sábado, 15 de noviembre de 2014

OFICIO DE ESTAR






No tirar la toalla.
                         Conservar
aquella sensación casi olvidada
de que todo es posible.
Remar en estas aguas sin pensar en Caronte;
dejarse marear, pero no marearse,
beberse todo el güisqui (poco a poco).
Apurar los silencios (nunca sabes
cuándo se callarán).
Apurar las palabras (aunque nadie lo crea,
acaban agotándose).
Dejar que la belleza
presida hasta los actos más absurdos,
los más intrascendentes.
Calibrar cada cuerpo con mira milimétrica;
quedarse en casa cuando todos van,
no criticar a nadie sus idas y venidas,
no sucumbir a los desasosiegos,
no engañarse a sí mismo ni a los otros,
no eludir lo difícil,
no perder ni un minuto en lo imposible.
No olvidarse de nadie
(todos cuentan).
No cambiarse de nombre
                                      (las palabras
encierran un destino, o algo así).
No tirar la toalla, no tirar la toalla, no tirar la toalla.
Repetir cien mil veces cada día
(si fuera necesario):
                              No tirar la toalla.








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