domingo, 14 de septiembre de 2008

MÉXICO: AMISTAD Y POESÍA

Como ya sabéis, porque lo mencioné en este mismo cuaderno hace tiempo, durante los días 23 al 30 del pasado mes de agosto tuve la suerte de disfrutar de una agradable estancia en México, por cortesía de mi amiga la poeta Laura Fernández MacGregor Maza y de Sammy Barragán que me recibió en su casa. El motivo del viaje fue la presentación del libro de Laura, Perlas de pasión y pensamiento II, pero la semana fue intensa, literariamente hablando, gracias a la cortesía de Eduardo Luis Feher, profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM, escritor, periodista y conductor de un programa de Radio UNAM al que asistimos en calidad de invitados Laura y un servidor, para hablar de poesía y recitar algunos de nuestros poemas. Además de esto, Eduardo tuvo la gentileza de invitarnos a participar en un recital poético en la mencionada universidad, junto con Arturo Morell y Bárbara Schetino. Estoy gratamente sorprendido de la cantidad de mensajes recibidos durante nuestra presencia en el programa y del gran número de estudiantes y profesores que se acercaron hasta el auditorio en que tuvo lugar el recital para escuchar nuestros versos y charlar con nosotros. Es estupendo haber podido comprobar por mí mismo cómo los mexicanos se interesan por esta clase de eventos y participan activamente en ellos.



[en la UNAM, recitando poemas, de izquierda a derecha: Bárbara Schetino,
Arturo Morell, Laura Fernández MacGregor, el Director de la Facultad de Derecho,
Eduardo Luis Feher y un servidor]




[tarjetón virtual de la presentación de
Perlas de pasión y pensamiento II
]




La presentación, que se celebró en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio Nacional de Bellas Artes, con el aforo completo y una excelente acogida por parte de los asistentes, fue todo un éxito. Unas doscientas personas se dieron cita allí y compartieron con Laura ese momento especial que constituye para todo autor la llegada de un nuevo libro. Familiares y amigos de la poeta, artistas, escritores, periodistas y algunos curiosos se dieron cita en tan hermoso y regio marco para conocer sus nuevos poemas y brindaron con ella en la terraza del Palacio, disfrutando de una agradable velada.


[En el Palacio de Bellas Artes, durante la presentación de Perlas de pasión y pensamiento II, de izquierda a derecha, el Dr. José Jorge Prado, Eduardo Luis Feher, Laura Fernández MacGregor y servidor]

Fue un gran placer para mí tomar parte activa en el acto y poder hablar durante unos minutos de la obra de Laura y más concretamente de este Perlas de pasión y pensamiento II, que sigue, de algún modo, la estela de sus anteriores libros, en cuanto continúa ofreciendo esas altas dosis de erotismo a que nos tiene acostumbrados a sus lectores, pero que se va decantando hacia una mayor capacidad de síntesis, hacia una mayor concentración del lenguaje, sin abandonar la sencillez que la caracteriza ni la forma directa de abordar las cuestiones más íntimas del "yo". Este Perlas... tiene, además, la peculiaridad de haber servido para practicar una revisión de algunos poemas anteriores, que vieron la luz hace algunos años, a los que la autora ha aplicado similares principios que a sus nuevas creaciones, obteniendo así nuevas versiones que, sin duda, mejoran considerablemente las anteriores, y demuestran que la poesía es un proceso que sólo tiene fin cuando el poeta renuncia a seguir persiguiendo la perfección formal del poema. La dinámica creadora de Laura Fernández MacGregor se ha fortalecido y la poeta se revela capaz de superarse en el trabajo de pulir su obra y darle a nivel formal una mayor fuerza y capacidad para conmover al lector. Pero no voy a obviar que en la poesía de Laura tienen también espacio otros temas, como la revisión por parte del "yo" de aquellas circunstancias en las que no se ha sentido capaz de ejercer su libertad y su capacidad de elección, la entonación abierta y sincera del "carpe diem" horaciano, la solidaridad con los otros o los homenajes a algunas de las personas que han dejado huella en su vida. Quiero, desde aquí, dar una vez más la enhorabuena a Laura por el libro y por los logros que va asumiendo como poeta, y mandarle un abrazo cariñoso y mi agradecimiento por haber querido contar con mi pequeña aportación al alumbramiento de su última criatura poética.
Al margen de los eventos literarios, he podido disfrutar de la compañía de mis nuevos amigos mexicanos, de su generosa hospitalidad y de su trato cálido y cariñoso. De una gastronomía exquisita, de algunos lugares de gran belleza, como Tepoztlán, Taxco, México D. F. (impresionante), la ciudad de Cuernavaca y, cómo no, del tequila y el mexcal.




[Con Edwin (centro) y Sammy (con gorra),
brindando en una taberna de Tepoztlán]




[de izquierda a derecha, Sammy, Laura, Edwin y Elías.
Al fondo, Taxco]


[junto a Laura Fernández MacGregor Maza, con
el mismo
decorado de fondo: la preciosa ciudad de Taxco]



[vendedores en el mercado de Taxco]


Quiero aprovechar para enviar desde aquí un abrazo a Laura, Sammy, Edwin, Elías, Eduardo Luis, Jorge y Blanca, Serrano y Norma, Gregorio, Cristina, Míriam, Bárbara, Arturo, Gustavo y todas las demás personas que han hecho que esos días sean inolvidables.
Muy pronto, durante el próximo mes de noviembre, tendremos de nuevo a Laura en Barcelona, presentando aquí su Perlas de pasión y pensamiento II, en el marco de las Jornadas Literarias AEN 2008 (día 8 de noviembre a las 20,00 horas. Escola d'Administració Pública de Catalunya, C/ Girona, 20), y el día 11 de noviembre en un emplazamiento aún por confirmar. Será un placer volver a escuchar sus versos y disfrutar de su compañía.

Transcribo a continuación un poema que Laura, cariñosamente, me ha dedicado. Disculpad este pequeño ataque de egomanía, pero me apetece mucho compartir sus versos con todos los que os acerquéis a este cuaderno.

DESCUBRIENDO LOS BOSQUES DE WISCONSIN
PARA J.A.ARCEDIANO


Te fuiste, y huí a los Bosques de Wisconsin

en pos de tu aura deseada.

Solamente encontré una mística neblina

que caprichosa se cuneaba

en las ramas aromáticas de las coníferas bastas.


Creí vislumbrar tu esencia, pero me evadió, ligera.

Quedó tan sólo una estela que se mezcló sutilmente

entre los destellos de luz que parpadeaban apenas

dentro de tu idílico bosque.


Hurgué los recovecos y las enmohecidas plantas.

Mis entristecidos ojos destilaron humedades

que deslizaron lento sobre las enredaderas

que se asían, esperanzadas, a los vetustos troncos

en su afán por atisbar un pedacito de cielo.


Arcediano; (mi poeta querubín)

si algún día regresas a tus Bosques de Wisconsin

podrás seguir mi rastro con las perlas diminutas

que dejaron mis copiosas lágrimas.

Ellas son fiel testimonio de que paseé, embelesada,

tu bello bosque encantado... y que al fin

bajo un pino aislado, hallé tu atesorado secreto:

la pura y destilada esencia de tu inmensa melancolía.

La sentí tan desamparada, tan sola, tan olvidada

que con esmerado cuidado y la más dulce empatía

dejé guardada a su lado

mi añoranza de ti.

Agosto 31, 2008


jueves, 11 de septiembre de 2008

INVISIBLES E INDIVISIBLES

Hace unos días recibí un envío postal procedente de Palma de Mallorca. Llegaba con más de dos semanas de retraso y ya había empezado a inquietarme sobre el incierto destino del paquete. Afortunadamente, una mañana abrí el buzón y allí estaba el aviso de correos, fechado el día 22 de agosto (aunque estábamos a 5 de septiembre). Remitente: el poeta Federico Gallego Ripoll, con quien había tenido una conversación telefónica a principios de agosto, en la que me anunciaba el envío. Contenido: libros, poesía de la mejor cosecha, que me augura algunas lecturas emocionantes (a juzgar por lo que ya he podido leer) y una carta inolvidable de Federico, hombre pulcro y cuidadoso en la presentación, entrañable y exquisito en sus palabras, afectuoso y solidario en su intención. En la misiva (que no voy a reproducir, por razones obvias) me habla de poesía, de la libertad de que gozamos los poetas "invisibles" (utilizando su acertada terminología) y de mi libro Los bosques de Wisconsin, que le hice llegar hace algún tiempo, poco después de que nos conociéramos en una visita suya a Barcelona con motivo de su participación en el ciclo De pensament, paraula i obra, del Aula de Poesia. A través de sus palabras pude ver claramente a un hombre que vive la poesía, que la siente profundamente dentro de sí y que sabe buscarla y hallarla en las cosas que le rodean, y también en los poemas que llegan hasta sus manos. Cómo se acerca al poema sin prejuicios, con toda la amplitud de los sentidos, y lo lee, lo dice, lo escucha, lo palpa, lo huele, lo bebe, lo respira para hacerlo suyo, si el poema quiere darse a él, si está escrito para que él y todos los demás "él" a los que pueda alcanzar estén en disposición de apropiárselo, tomarlo para sí y guardarlo para siempre en su interior. Esa carta me hizo apreciar, una vez más y con toda intensidad, que la poesía, además de las satisfacciones o preocupaciones que pueda proporcionarnos a los que nos dedicamos a ella, nos da, por encima de todo, la posibilidad de conocer amigos excepcionales, buena gente con la que compartir momentos agradables, inquietudes e ideas. Gracias, amigo Federico, por tus cálidas palabras y, sobre todo por ese amor que demuestras a la poesía y ese cariño y esa solidaridad con los poetas; por saber hacer de todo ello algo especial y hacer que los demás nos sintamos especiales en este oficio a veces ingrato de amontonar versos sobre nuestras espaldas.

Empecé la lectura de Los poetas invisibles (y otros poemas), V Premio Emilio Alarcos (Visor, 2006), y ya no pude detenerme hasta el final del libro, con su apoteósico "Lo desandado", mezcla -creo- entre poema de amor y poética, que emociona por su belleza y por la implicación del "yo" con el objeto, profunda y trascendente, hasta definir la existencia en términos de necesidad, de deseo y de vacío cuando el yo se despoja del objeto de deseo. Después de los invisibles, dediqué una mirada rápida a los otros libros, e hice un hallazgo que me resultó conmovedor. Siempre me han interesado especialmente los poemas que hablan de la poesía y de la figura del poeta. Todavía recuerdo los versos de García Montero en su maravilloso "Figura sin paisaje", en Habitaciones separadas:


FIGURA SIN PAISAJE



He vendido mi alma dos veces al diablo
por monedas de niebla y curso clandestino
en países que nadie se ha atrevido a fundar.
Un realista que vive el mundo de los sueños,
un soñador que quiere vivir la realidad.
Mal destino es el tuyo, así te va.




Algunas veces, cuando he participado en lecturas, he recitado ese poema diciendo siempre: "voy a recitar un poema mío que escribió Luis García Montero", para que los asistentes, con ese juego, esa broma, pudiesen comprender hasta qué punto había llegado a identificarme con esa "figura sin paisaje" y con esa idea, digamos romántica, aunque no por ello menos real, del poeta.
Ahora, en Quién, la realidad de Federico Gallego Ripoll (Premio Jaén de poesía, Hiperión, 2002) he encontrado otro de esos poemas que hubiera querido escribir yo, y que ya considero mío, por la manera en que me siento implicado con su contenido y por la belleza con la que Federico retrata las que podrían ser señas de identidad, a mi entender, de cualquier poeta.
Transcribo la pieza.


NINGÚN POETA EXISTE

El que no soy, y escribe, ama la música.
Ningún poeta existe. Como humo
o pavesa, se limita
a copiar el temblor que en el agua produce
el vuelo del avión o el pájaro asustado.
Es quien antes lo advierte.
El poeta
es el trozo de muro sobre el que el sol proyecta
el alma del vitral,
quien al mojar
sus manos en el río siente
en el frescor que escapa
el latido del corazón de cada
pez, de todos los peces.
Ningún poeta existe,
pero te cuenta, sin cesar,
lo que la vida ve desde tus ojos.

Gracias, Federico, por tu poesía y por tu amistad (y disculpa por no haber sabido alinear los versos tal y como tú los escribiste, pero es que no consigo dominar esta máquina extraña que llamamos ordenador). Algunos seremos tan invisibles como ciertas miradas quieran hacernos, pero otros -como tú- con sus escritos y con su actitud, se presentan como hombres enteros, de una pieza, y se hacen visibles a golpe de verso e indivisibles del poeta que llevan dentro.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Verónica Québec o la lírica del desamor

De regreso de mi breve pero intenso viaje a México, con motivo de la presentación del libro de mi querida amiga Laura Fernández MacGregor Maza, Perlas de pasión y pensamiento II, del cual trataré en un futuro próximo, cuando haya asimilado todas las sensaciones de esos entrañables momentos; reincorporado ya a mis actividades habituales (las lícitas y las delictivas, entre las últimas la poesía) quiero enviar un saludo cariñoso a la poeta Verónica Québec, de Mataró, que en los primeros días de agosto tuvo la amabilidad de enviarme un poema destinado a este humilde cuaderno. Verónica es una poeta joven y atrevida que, entre otras cosas, recrea con mano diestra en sus versos escenas de diálogo y auto diálogo en las que se describe la parte "más oscura", por decirlo de algún modo, de las relaciones de pareja. En esos poemas se intuye y se adivina cuánto dejamos de nosotros mismos en cada relación, cuánto se va con cada amor perdido, cuánta distancia separa a veces a hombres y mujeres y con cuánta estulticia nos conducimos en ocasiones. Una poeta dura y a la vez tierna, de un realismo estremecedor y al mismo tiempo capaz de envolver sus palabras en un velo de sobrecogedora melancolía. Gracias por tus versos, Verónica, y por tu amistad. Espero ver pronto publicado un libro tuyo, porque creo que tu poesía lo merece. Transcribo el poema de Verónica, en catalán, y a continuación ensayo una traducción al castellano.

Parets de mon projecte
que encara es mantenen fermes.
Les finestres miren
cap a una ciutat llunyana.
Tu dorms allà
amb el coixí de rancor.
Mon gat sense sostre
esgarrapa la mà
que t´envia cartes.
Regalims de sang
que no vols eixugar-me.

Asseguda en el sofà espellifat
per les agulles de l´ansietat,
sobre les ruïnes de mon projecte,
t´espero amb la desesperança...
d´un desglaç.



Verónica Québec




Paredes de mi proyecto
que todavía se mantienen firmes.
Las ventanas miran
hacia una ciudad lejana.
Tú duermes allá
sobre la almohada del rencor.
Mi gato sin techo
araña la mano
que te envía cartas.
Hilos de sangre
que no quieres enjugarme.

Sentada en el sofá despellejado
por las agujas de la ansiedad,
sobre las ruinas de mi proyecto,
te espero con la desesperanza...
de un deshielo


Verónica Québec
(traducc. J. A. Arcediano)